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Ansiedad y adaptógenos

Ansiedad y adaptógenos

En el reino animal, la cebra activa su respuesta de estrés de manera involuntaria ante la presencia del león para poder correr por su vida. A nosotros, como a los animales, la respuesta de estrés también nos ayuda a ponernos a salvo del peligro.


El problema es que hoy el día, nuestro depredador no es un animal salvaje, si no el ritmo de vida acelerado en el que nos vemos inmersos como sociedad, continuamente cambiante y altamente competitivo; y la falta de recursos para poder retornar a un estado de seguridad, no ayuda.


Un agente estresante puede definirse como todo aquello que rompe el equilibrio alostático de nuestro cuerpo (hay posteo sobre esto), y la respuesta de estrés es el intento que efectúa nuestro cuerpo para restablecer la alostasis a través de la secreción de ciertas hormonas, la inhibición de otras, la activación de partes determinadas del sistema nervioso, etc.


Si esta activación permanece en el cuerpo de forma prolongada, puede acabar por constituirse en un conjunto de alteraciones bio-psico-sociales que deterioran enormemente nuestro bienestar y nuestra calidad de vida, instaurándose como una activación constante, funcional a una forma anticipatoria y desmedida de protección.


Nos anticipamos a esos “dolores” de la vida como si fuésemos cebras observando al león aproximarse, y agotamos todos nuestros recursos disponibles (evolutivamente adquiridos) para sobrevivir a ellos.


Otras implicaciones para su activación:

Factores como son los genéticos y ambientales, la inflamación crónica no infecciosa, el estrés oxidativo, el desequilibrio de neurotransmisores y diferentes anomalías neuroendocrinas también pueden funcionar como disparadores.


Desanclar estos comportamientos lleva tiempo, paciencia y herramientas que nunca nos dieron tales como:

Según De La Puerta, la microbiota intestinal determina incluso hasta qué punto somos más o menos neuróticos.

La clave es el llamado psicobioma. Se trata de un conjunto de bacterias intestinales cuya actividad «habla» de forma directa con el cerebro y con el sistema nervioso.

Los neurotransmisores que éstas producen es lo que conecta el intestino y el cerebro, asegurando un diálogo e interacción que deriva en la elaboración de nuestras emociones y sentimientos: si nuestro psicobioma es equilibrado, los mensajes que transmitan también lo serán, si no, no.


Nuestros ancestros estaban en contacto diario con estas formas de vida, utilizándolas como medicinas aliadas y herramientas para encontrar respuestas y recuperar estados de salud.

Hoy en día existen numerosos estudios que abalan el beneficio de las plantas y hongos adaptógenos para la reparación del estrés y la ansiedad.

Su efecto está relacionado con la regulación de la homeostasis a través de varios mecanismos de acción, que están asociados con el eje hipotalámico-pituitario-suprarrenal y la regulación de mediadores clave de la respuesta al estrés.


Los adaptógenos pueden considerarse como una nueva categoría farmacológica de fármacos antifatiga que:

Inducen una mayor resistencia en situaciones de disminución del rendimiento causadas por fatiga y/o sensación de debilidad.

Reducen las deficiencias y los trastornos inducidos por el estrés relacionados con la función de los sistemas de estrés (neuroendocrino e inmunológico).


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